domingo, 3 de diciembre de 2017

Capítulo 6: ¿Dónde nació la civilización humana?



Capítulo 6 
¿Dónde nació la civilización humana?



 Piensa por un momento en tu vida cotidiana sobre este planeta. Si estás leyendo esto, es muy improbable que tengas que salir todos los días a cazar o recolectar alimentos al campo o al bosque para sobrevivir. En su lugar, alguien (seguramente no tú) se dedica a cultivar vegetales comestibles o criar animales que son recolectados/sacrificados, procesados, empaquetados y finalmente, mediante un complejo y lucrativo sistema de intermediarios, transportados para terminar primorosamente expuestos en uno de los supermercados de tu barrio, donde vas a adquirlos empleando para ello un concepto abstracto de intercambio de bienes y servicios que hemos acordado en llamar "dinero". 

 Lo que acabo de describir es algo tan normal para nosotros que prácticamente no pensamos en ello. Sin embargo para nuestra especie es una insólita novedad. El Homo sapiens sapiens (nosotros), apareció sobre la Tierra como resultado de la evolución de otras especies humanas hace alrededor de unos 200.000 años, año arriba, año abajo. Durante casi todo este tiempo, los nuestros sobrevivieron gracias a la caza y la recolección, moviéndose contínuamente de un lado a otro en busca de recursos y de este modo terminamos por extendernos por todo el planeta, incluyendo las américas y el Ártico. Salvo excepciones, sus asentamientos solían ser temporales, eran nómadas sumidos en un incesante viaje motivado por la pura necesidad de encontrar sustento para salir adelante. 

 Hace 11.000 años esta situación empezó a cambiar, en cierto momento, en ciertos lugares, de cierto modo se desarrolló la ganadería y la agricultura, las primeras aldeas, luego las primeras ciudades y de la mano de todo ello florecieron las distintas civilizaciones humanas, que hoy empiezan a fusionarse en una monstruosa e hipertecnificada civilización global que amenaza con provocar un desastre ecológico y medioambiental a escala planetaria.

 ¿Y todo esto por qué? Piénsenlo, 190.000 años, o tal vez más, en los que el ser humano moderno solo conoce un único modo de vida, que consiste en andar por allí y por allá recogiendo frutos, semillas, raices, etc, y cuando puede matando algún animal para asarlo al fuego (o no) y zampárselo. O a veces devorando a otros seres humanos. Y en los últimos 11.000 años, va y se desata toda esta locura de la civilización.





 Puede estar pensando el lector que era inevitable que tarde o temprano alguien se percatase del hecho de que al arrojar semillas al suelo estas germinan, o de que era un esfuerzo absurdo ir a buscar a los animales ahí fuera cuando era más sencillo capturarlos y hacer que se reproduzcan indefinidamente en cautividad. Bien, pero que opinas si te digo que estos dos asombrosos descubrimientos, junto con otros muchos relacionados con la civilización, se produjeron independientemente en al menos seis lugares del planeta en un lapso de unos 7.000 años... en otras palabras, 190.000 años o más de azarosa vida cazadora - recolectora y en un abrir y cerrar de ojos (a la escala de nuestra evolución) la agricultura y la ganadería se desarrollan en paralelo en mínimo seis lugares distintos que no tienen conexión entre sí... extraño, ¿no? Antes de intentar abordar este misterio, primero veamos por orden de aparición estos lugares que hemos mencionado y en los cuales nuestros antiguos pusieron en marcha la maquinaria de la civilización humana, sin la cual hoy en día no podríamos estar tranquilamente sentados delante de nuestros ordenadores.

 Aquí tiene el lector un mapa para que pueda ver cómo vamos a planificar nuestro viaje:


Este mapa muestra los distintos orígenes de la agricultura en el mundo y su difusión a otros lugares, empezando por el Creciente Fértil (Medio y Próximo Oriente) hace más de 11.000 años, pasando a las culturas del río Amarillo (China) hace 9.000 años, para luego saltar a la desconcertante zona húmeda de Kuk en Nueva Guinea en idénticas fechas, no olvidando una posible cuna de la agricultura en el África subsahariana aún no confirmada, y finalizando en las culturas nativas de las américas localizadas en los andes, mesoamérica y los modernos EE.UU.. Fuente.



El Creciente Fértil, hace 11.500 años

 El creciente fértil abarca un área en forma de media luna, de ahí su nombre, que se extiende desde la rivera del Nilo en Egipto pasando por el levante mediterráneo e internándose en Asia a la vera de los ríos Tigris y Eufrates, los cuales delimitan un área conocida como Mesopotamia. Hoy en día, podríamos definir al creciente fértil contando los paises de Egipto, Palestina, Israel, Jordania, Chipre, Líbano, Siria e Iraq. Este término fue definido por el arqueólogo norteamericano James Henry Breasted para nombrar a esta zona bendecida por el agua de generosos ríos y suficientes precipitaciones en medio de un área por lo general dominada por los desiertos.

 Creciente Fértil. Los topónimos son de la antiguedad clásica, además parece que hay un error y en realidad el color amarillo claro corresponde a las llanuras y el rojo a las montañas. Fuente.

 Fue en dicha área, hace unos 11.500 años, donde la humanidad descubrió por primera vez el secreto de la agricultura y la ganadería, floreciendo gracias a ello las más antiguas de todas las civilizaciones, empezando con aisladas aldeas, que terminaron transformadas en poderosas metrópolis que rigieron vastos imperios, como el egipcio o el acadio. La rueda, la escritura, las matemáticas, la astronomía, las contrucciones monumentales... todo eso y mucho más nació allí antes que en ningún otro sitio. Algunos lectores seguramente habrán oído hablar de las gentes de cabeza negra, más conocidos como sumerios, y quizá les suenen los nombres de las ancestrales ciudades de Uruk, Ebla, o Jericó. Más esta fabulosa historia mejor la reservamos para otro capítulo, pues creanme que da para mucho.

  

Culturas del Río Amarillo, hace 9.000 años


 Tan temprano como 17.000 años antes del presente, aún durante el paleolítico, ya había empezado a usarse la cerámica en esta región de China. 6.000 años después, las sociedades de cazadores-recolectores de la región comenzaron a volverse sedentarias. No obstante, es hace unos 9.000 años cuando, independientemente de lo que ocurría en el Creciente Fertil, los antecesores de los anteriores chinos se adentraron de lleno en la revolución neolítica.

 En palabras del arqueólogo chino Li Liu, "El cerdo, el perro, el arroz y el mijo fueron domesticados alrededor del 9.000 a 8.000 antes del presente (A.P.) por gente que antes dependía, en especial, de plantas y animales silvestres. Las aldeas agrícolas del Neolítico completamente desarrolladas no se establecieron si no hasta más o menos el 7.000 A.P. La economía agrícola fue el fundamento para el surgimiento de sociedades jerárquicas organizadas en las que existían grupos de elite que controlaban el poder político y ritual. A lo largo de los periodos Neolítico Medio y Tardío (7.000 - 4.000 A.P.) numerosas sociedades complejas se desarrollaron y pasaron por procesos de decadencia en gran parte del paisaje del territorio chino antes de la formación de los Estados tempranos en el segundo milenio a.C.

 El panorama que describe Li Liu en una amplia monografía, y que el lector puede descargarse pinchando en el siguiente enlace de la PUCP (Pontificia Universidad Católica del Perú), es  un escenario complejo, pero a grandes rasgos se puede resumir del siguiente modo:

 Entre el 9.000 y el 8.000 antes del presente, se desarrolló la cultura Xinglongwa en el valle del río Liao, las culturas Cishan-Beifudi, Houli, Peiligang y Baijia-Dadiwan en la región del río Amarillo, y las culturas Xiaohuangshan-Kuahuqiao y Pengtoushan-Bajo Zaoshi en la cuenca del río Yangzi. Adjunto el mapa que tomo prestado de la monografía de Li Liu:

 
A. Xinglongwa; B. Cishan-Beifudi; C. Houli; D. Peiligang; E. Baijia-Dadiwan; F. Pengtoushan-Bajo Zaoshi; G. Chengbeixi; H. Xiaohuangshan-Kuahuqiao; I. Cuevas en la parte norte de Guangxi; J. Conchales de Dingshishan. Ubicación de los sitios: 1. Xinglongwa, Xinglonggou; 2. Beifudi; 3. Cishan; 4. Tanghu; (fuente, elaboración del gráfico: Yu Qiao y Li Liu).



 A lo largo de estos yacimientos empiezan a aparecer comportamientos rituales cada vez más complejos, incluyendo la construcción y el uso de flautas de hueso, y al mismo tiempo encontramos las primeras evidencias del cultivo de mijo y arroz, de la mano de la domesticacón de cerdos y perros. La oveja, la cabra, el búfalo de agua y el caballo, fueron introducidos más tarde, tal vez procedentes de otros lugares. Sin embargo, estas culturas aparentemente aún dependían en gran medida de la recolección, en especial de frutos secos. 

 Adentrándonos en el 7.000 - 5.000 antes del presente, las aldeas aumentan en población y complejidad. Algunas llegan ya a cubrir las 100 hectareas y en ellas se levantan murallas junto con los primeros edificios monumentales, realizándose rituales religiosos cada vez más elaborados. Las élites se engalanan con objetos de jade, a los cuales se atribuyen propiedades sobrenaturales y que circulan por las redes comerciales que ya han empezado a funcionar, y al fallecer se entierran junto con todas sus riquezas. En suma, esto nos muestra que por aquella época ya ha aparecido la primera estratificación social, con una aristocracia dominando al resto de plebeyos, algo que me parece que también nos suena en nuestro mundo moderno. Así que sí, en la ancestral China comienzan las guerras, las religiones organizadas, las sociedades jerarquizadas... en definitiva la civilización. Para ser más detallados, a la cultura que se desarrolla en la China de este periodo se la denomina "Hongshan", y asistimos al fenómeno de que algunas aldeas empiecen a destacar sobre las demás, el germen de lo que más tarde serían reinos o naciones. 

  Aunque la cultura Hongshan colapsó hace 5.000 años, quizá a consecuencia de un cambio climático, otras culturas vendrían después e irían preparando el terreno de la apasionante historia de la civilización china, pero de nuevo eso deberemos de dejarlo para otro capítulo.



 ¿África subsahariana, hace 7.000 - 5.000 años?

 Si bien en un primer momento se pensaba que la agricultura se había extendido a lo largo de África desde el antiguo Egipto, existen algunos indicios que sugieren que podría tener un origen autóctono, aunque sea difícil circunscribirlo a una zona geográfica concreta, las pistas apuntarían a las tierras altas de Etiopía por un lado, y al Sahel por otro. No obstante, nada de esto está confirmado por el momento, así que no nos extenderemos más en ello.



  Zona húmeda de Kuk, Nueva Guinea, hace 9.000 años.


 En el valle de Wahdi, al este de Nueva Guinea, se encuentra una región pantanosa conocida como zona húmeda de Kuk. Allí, hace alrededor de 9.000 años, un grupo humano que se asentó por allí ocupó su tiempo en drenar el pantano mediante un sistema de diques y canales, convertirlo en una fértil pradera, y cultivar distintos vegetales, principalmente taro (el taro es una planta herbácea comestible propia  de ese lugar). Se han encontrado distintas herramientas de madera utilizadas para realizar los trabajos, y además se empleó arcilla a la hora de construir los canales. Fuesen quienes fuesen estas gentes, estaban bien organizados, y lo más importante, al igual que los mesopotámicos y los antiguos chinos, descubrieron la agricultura por su cuenta.


Sitio arqueológico de la zona húmeda de Kuk, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, siendo uno de los lugares del planeta donde la agricultura se descubrió de modo independiente. Fuente.



Cultura Caral, Perú, hace 5.000 años

 Mientras que las civilizaciones del viejo mundo a la larga estuvieron todas conectadas entre sí ya fuese por la guerra, la diplomacia o por el comercio, en los Andes nacieron una serie de culturas que, en completo aislamiento respecto de lo que ocurría en el resto del mundo, desarrollaron su propia versión de la civilización. La primera de todas ellas, fue la cultura Caral, que hizo su aparición hace 5.000 años en el litoral costero del centro-norte de Perú. Todo el resto de culturas andinas posteriores, como la mística Chavin de Huántar, los famosos mochicas, el belicoso Imperio Huari o ya en tiempos recientes los Incas, beben de la civilización madre de Caral.


Ruinas de la ciudad sagrada de Caral, Perú. Fuente.
 
Pirámide en Caral. Fuente.


 Nos encontramos ante varias ciudades, presididas por Caral, la más grande de ellas, y que probablemente funcionase como una especie de capital. En estos asentamientos descubrimos los restos de pirámides escalonadas edificadas a base de piedra, barro y materiales vegetales, que fueron la punta de lanza de esta civilización, que desplegó una gran sofisticación. 

 Paseando por las calles y amplias plazas de una de estas ciudades, además de contemplar las pirámides, uno podría por ejemplo asistir a complejas ceremonias religiosas acompañadas de vibrante música, y es que hemos descubierto flautas talladas con finos adornos y que probablemente se destinaban a fines ceremoniales. Las gentes del Caral vivían entre otras cosas del cultivo del maiz, las papas, el mate, etc, además de la pesca. En especial la pesca era una actividad muy destacada, y los productos obtenidos en las ciudades costeras se distribuían hacia los núcleos de población del interior.

 Llama poderosamente la atención el hecho de que en la cultura Caral no se hayan descubierto fortificaciones defensivas o acumulaciones de armas. Se piensa que un poderoso sistema de creencias religiosas centralizado en una autoridad con poderes coercitivos, en combinación con una densa red de intercambio de bienes y servicios, mantenía unidas a todas las comunidades evitando la guerra entre ellas. 

 Otro punto a destacar en esta cultura, es la ausencia de cerámica. Sin embargo, el hecho de que otros lugares contemporáneos de la región ya conociesen y usasen la cerámica, nos indica que los habitantes de Caral realmente no la necesitaban, y es que se ha descubierto que se apañaban bastante bien con los frutos del mate a modo de recipientes, cuencos, platos, o lo que necesitasen de ellos. 

El fruto del mate y sus distintas partes aprovechables. Fuente.


 En el aspecto técnico, además de los conocimientos matemáticos necesarios para diseñar sus edificios, los habitantes de esta cultura también demostraron ser buenos astrónomos, ya que diseñaron geoglifos y algunas otras estructuras orientadas en función del movimiento de los cuerpos celestes.

 
Huanca, estructura probablemente de uso astronómico asociada a la cultura Caral. Fuente.


 Otro logro de esta cultura es la invención del "quipu". El quipu es un entramado de cuerdas con nudos que a modo de herramienta nemotécnica puede funcionar como sistema de contabilidad, cálculo y se ha propuesto que incluso de escritura. Si el lector quiere saber más sobre el complejo mundo del quipu, pinche aquí

 
Quipu, fuente.


 El mundo de las culturas andinas da para un capítulo a parte y lo tendrá, pero por ahora sigamos.



 Cultura Olmeca, México, hace 2.500 años

 Tradicionalmente se ha definido a los olmecas como la cultura madre de todo el resto de civilizaciones mesoamericanas que vinieron después, aunque hoy en día se piensa que fue el resultado de la fusión de otras culturas anteriores de la zona. 

 Los olmecas, que habitaron en la costa sureste del actual México, son universalmente conocidos por las enormes cabezas de piedra que dejaron para la posteridad, y que el lector puede recordar gracias a la siguiente imagen.

 
Cabeza olmeca. Fuente.
 

 Los rasgos de aspecto claramente africano de las cabezas olmecas nos siguen resultando desconcertantes a fecha de hoy (como se pueden imaginar, hay un encendido debate en torno a este hecho, ya que a priori nos es difícil imaginar una posible conexión entre África y los olmecas... pero es que son muy africanas...). 

 Pero los olmecas hicieron más que dejarnos estas enigmáticas cabezas, mucho más. Repasemos sus grandes hazañas como civilización:


  •  Establecieron el calendario que posteriormente sería usado por el resto de civilizaciones mesoamericanas tal y como mayas, teotihuacanos, zapotecas, mexicas, etc.  
 
Calendario azteca, concepto heredado de la vieja cultura olmeca. Fuente.

  •  Desarrollaron un sistema de escritura a base de glifos que muchos otros pueblos mesoamericanos perfeccionarían después, en especial los mayas. 
 
Glifos olmecas. Fuente.


  •  Edificaron ciudades con pirámides monumentales, tradición que otras culturas posteriores seguirían y llevarían a escalas mucho mayores, como fue el caso de la gran ciudad de Teotihuacán de la cual algún día escribiré.

 Pirámide olmeca de La Venta, es la más antigua descubierta en mesoamérica, construida hace unos 2.500 años aproximadamente. Fuente.

  •  Crearon un panteón politeísta que sería la base de la religión mesoamericana. 
 No está nada mal, bien por los olmecas. De algún modo, fueron el equivalente en el mundo mesoamericano a lo que Grecia y Roma pudieron ser para el mundo occidental. Y por supuesto, y es lo que nos interesa aquí, desarrollaron la agricultura sin recibir ninguna influencia de algún otro sitio del mundo.

 Podría decir mucho más sobre los olmecas y sobre aquellos otros pueblos que perpetuaron su legado en los milenios siguientes, sin embargo este capítulo debe de irse aproximando ya hacia su conclusión por el bien de los fatigados lectores. Vamos por ello al último foco de civilización, quizá el más misterioso de todos.


Cultura de los montículos, sudeste de norteamérica, hace 5.000-4.500 años


 Terminamos nuestro recorrido con una de las culturas más enigmáticas de la prehistoria, los constructores de montículos.

 Desde hace aproximadamente unos 5.000 años hasta aproximadamente el siglo XVI de nuestra era, en la zona de los grandes lagos, el valle de Ohio, así como en el valle del Misisipi, vivieron unas gentes que cultivaban la tierra, moraban en organizadas ciudades y construían grandes montículos a modo de pirámides con cúspide aplanada, sobre las cuales edificaban templos y en las cuales enterraban a sus reyes. Nada que ver con la imagen arquetípica de los indios americanos de costumbres cazadoras-recolectoras.  

 Puede que los lectores piensen que me lo estoy inventando todo solo para retener su atención y se pregunten por qué nunca han oído hablar de esto, sin embargo les aseguro que no se hallan ante un fake. No solo muchos de los montículos se conservan hoy en día, si no que los primeros exploradores europeos en asomarse por allí encontraron a esta cultura aún activa, como le ocurrió al explorador y conquistador español Hernando de Soto, que mientras se paseaba por el valle del Misisipi en el siglo XVI llegó a visitar las últimas ciudades aún pobladas de los constructores de los montículos, e incluso tuvo la oportunidad hablar con ellos. Precisamente ellos fueron quienes le contaron que los montículos eran a la vez tumbas y templos. Aquellas personas eran los últimos representantes de una civilización con una larga y desconocida historia.

 Como anunciaba al principio, esta es una civilización antigua, y varias oleadas culturales de estos constructores de montículos fueron sucediéndose a lo largo de los milenios. 

 Empezaron con el llamado "Periodo Arcaíco", cuyo comienzo oficialmente se data hace unos 4.500 años y se extiende hasta hace 3.000 años. Su yacimiento más famoso corresponde con el asentamiento de Poverty Point, en la desembocadura del Misisipi, aunque hubo otros anteriores. Además de sus montículos, también encontramos cerámica, pequeñas esculturas de arcilla, y se deduce que la compleja organización de estas gentes, que vivían agrupados en ciudades, requería ya del desarrollo de conocimientos de agricultura, pues de otro modo no hubieran podido alimentarse fácilmente tantas personas en el mismo lugar.

 Le sigue el llamado "Periodo Silvícola", desde el 1000 a.C. hasta el año 1000 de nuestra era. En él se extienden las redes comerciales por todo el sudeste de norteamérica, se perfeccionan las técnicas de cultivo, se generaliza el uso del arco y la flecha frente a la jabalina, y se continúan edificando montículos.


Montículo de Grave Creek, de la cultura Andana, asociada al Periodo Silvícola. Fuente.


 Finalmente, la "Cultura Misisipiana" datada entre más o menos el 800 y el año 1600 de nuestra era, supuso el apogeo de los montículos y la flamante civilización que los edificaba.

Expansión de las distintas ramificaciones de la Cultura Misisipiana y sus principales asentamientos. Fuente.

   Los misisipianos (me tomaré la licencia de llamarles así), se dedicaron más que nunca a costruir montículos con forma de pirámide truncada o plataforma, de bases cuadradas o rectangulares, aunque en ocasiones también circulares. En la cima de estas estructuras, edificaban templos, altares, casas, etc. Además, usaban conchas marinas o de río a modo de cerámica. Igualmente destacaron por la elaboración de una serie de iconografía, mitos, religión y artefactos con una marca común. Igualmente, su sociedad se estructuró en una jerarquía dominada por caciques locales junto con una clara división del trabajo y los roles. Finalmente, algunos asentamientos empezaron a dominar sobre el resto, capitalizando recursos e influencia. En suma, una civilización. 


Esquema de un montículo misisipiano típico. Construído a base de múltiples capas de relleno, con escalones para no tener que escalar y poder subir civilizadamente hasta arriba, en donde se construían distintos tipos de estructuras. Incluso se realizaban enterramientos que horadaban un poco por las buenas estos túmulos. Fuente.






 La ciudad más importante de los misisipianos, fue Cahokia. Edificada en torno al año 1000 de nuestra era en el moderno estado norteamericano de Ilinois, ha sido declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Cahokia se extendía a lo largo de más de 16 kilómetros cuadrados, incluyendo alrededor de unos 120 montículos de factura humana. Aunque no dejaron ningún tipo de escritura, ni sabemos como se llamaban a si mismos o a su ciudad, los habitantes de Cahokia sí nos dejaron claras muestras de la complejidad de su sociedad. Esto lo encontramos en los símbolos que gravaban en su cerámica, en sus elaborados ritos de enterramiento, en su trabajo con aleaciones de cobre (único en la región), etc...



Cahokia en su momento de explendor, así fue fotografiada por un dron que viajó hasta hace mil años en el pasado para luego poder colgar la foto en Wikipedia, de donde la he tomado prestada. Así me parece que debió de ser, suena plausible, ¿no? Fuente.




El montículo del monje, el más grande que fue edificado en Cahokia por los misisipianos. Fuente.

 Pese a todo su esplendor, Cahokia terminó colapsando y siendo abandonada, ella junto con todo el resto de la cultura misisipiana. Ello ocurrió hace unos 400 años largos, a lo largo del siglo XVI. Los motivos, bien pudieron ser las enfermedades traídas por los europeos, que diezmaron a la población nativa, o quizá la introducción de los caballos también por parte de los europeos, que motivaron a muchos a volverse nómadas, o tal vez el aumento en el número de guerras entre los distintos asentamientos, o... quién sabe...

 Fuese como fuese, cuando los ingleses primero y los norteamericanos depués, empezaron a sojuzgar y masacrar a la población nativa, los indios ya apenas recordaban su época de habitantes de ciudades y constructores de túmulos. Estó generó la teoría, hoy en día refutada, de que los constructores de túmulos eran en verdad una población distinta. No, son un caso aún más enigmático, una civilización absolutamente prístina regresada de sus ciudades a su original vida de cazadores - recolectores...

 Si el lector ha tenido el arrojo de continuar leyendo a este punto, con todo el derecho del mundo se preguntará cómo es posible que en tan pocos miles de años como mínimo en seis lugares distintos, y puede que en más, se descubriese de modo independiente la agricultura, la ganadería, y de su mano lo que denominamos como civilización. A fin de cuentas nuestra especie se había adaptado magníficamente a cazar animales y recolectar alimentos, ¿por qué cambiar? Este misterio lo abordaré en el siguiente capítulo. Gracias por leerme y hasta entonces.





 

sábado, 10 de junio de 2017

Capítulo 5: ¿Son posibles los viajes interestelares?

Capítulo 5

¿Son posibles los viajes interestelares?



 Como dijo el físico ruso Konstantin Tsiolkovsky, el planeta Tierra es la cuna de la humanidad, pero no podemos vivir para siempre en la cuna. Somos los primeros seres vivos sobre este mundo capaces de romper las cadenas de la gravedad y poder viajar a voluntad por el espacio exterior, llevando la prometéica chispa de la vida allá donde queramos... o podamos.

 No sin dificultad, durante las últimas décadas hemos ido fabricando emisarios robot y enviándolos a explorar el Sistema Solar. Nuestro sistema alberga muchas maravillas, la mayor parte de las cuales aún apenas hemos empezado a atisbar, y puede que incluso planetas o lunas en los que podrían haber evolucionado formas microscópicas de vida (en circunstancias extremas pero en teoría posibles). No obstante, no nos ofrece ningún segundo hogar al que poder huir si algún día la Tierra se vuelve inhabitable para nosotros, algo que estamos empeñados en intentar conseguir quemando combustibles fósiles, arrasando los bosques y contaminando el medio ambiente entre otras barbaridades...

 Marte es el lugar más hospitalario de todos los que hemos explorado hasta el momento, pero aún así se trata de un mundo con una tenue atmósfera 100 veces menos densa que la terrestre y formada casi enteramente por dióxido de carbono, cuya superficie sufre el bombardeo constante de la radiacción solar y los rayos cósmicos al carecer de un campo magnético y una capa de ozono protectores, y con una temperatura media de -47º C. No está muy claro si algún lejano día podríamos llegar a terraformarlo, pero el tiempo, la energía, la tecnología y los recursos para ello de momento se escapan a nuestra imaginación. 

 
 "Selfie" del rover Curiosity, el rover enviado por la NASA a Marte y que aún sigue rodando e investigando por allí, alimentado por una pequeña batería nuclear. Fuente.


  Bien, ¿y qué hay más allá de nuestro sistema solar?

 En el momento de escribir este artículo, se han descubierto 2.704 sistemas planetarios orbitando otras estrellas, entre los cuales suman un total de 3.610 planetas (fuente). Y eso que apenas llevamos dos décadas buscando y solo en las cercanías de nuestra enorme galaxia. No obstante, antes de que al lector se le hagan los ojos chirivitas, le diré que la mayor parte de esos mundos son lugares aberrantes absolutamente incompatibles con cualquier tipo de vida que podamos concebir. Aún así, de entre todos ellos se han detectado al menos 13 planetas potencialmente habitables, aunque según donde llegue nuestro optimismo se puede estirar la lista hasta casi una treintena (para más información, pueden visitar la pagina del PHL). 

 
 Lista de los 13 exoplanetas potencialmente habitables más prometedores, ordenados según su proximidad a la Tierra en años luz, según el Laboratorio de Habitabilidad Planetaria. Fuente.


 Sorprendentemente, en la estrella más cercana, Proxima Centauri, a unos 4 años luz de distancia, se encuentra uno de esos trece mundos que definíamos como habitables desde un punto de vista conservador. El nombre provisional que se le ha dado es Proxima Centauri b, aunque supongo que el primero que pise su superficie se ganará el derecho a darle un nombre un poco más original. Por cierto, allí pesaríamos un poco más que de costumbre ya que su masa es aproximadamente 1,3 veces la de la Tierra (durante el viaje sería conveniente adelgazar un poco).

 Proxima Centauri b es un planeta con tres soles, ya que en realidad la estrella alrededor de la cual gira, una enana roja, pertenece a un sistema triple, orbitando a cierta distancia de una pareja estelar formada por dos astros relativamente similares a nuestro Sol (Alpha Centauri A y B, fácilmente visibles en el cielo nocturno) que danzan en un baile mucho más pegado. Si Proxima Centauri b se halla en la zona de habitabilidad, siendo su estrella una enana roja y por lo tanto mucho más débil que el Sol (hasta el punto de que no podemos verla a simple vista), es porque se halla muy cerca, lo suficiente como para que su superficie pueda albergar una gama de temperaturas que permitan la presencia de agua líquida. Fruto de esta proximidad, completa una órbita en apenas 11 días, estando 20 veces más cerca de su estrella que la Tierra del Sol, la cual luce en su cielo con tres veces el tamaño aparente con el que nosotros observamos a nuestro astro rey. Así que más vale que Proxima Centauri b posea un campo magnético y una atmósfera decente que le proteja de todos los escupitajos estelares a los que estará expuesto dada su gran cercanía a su estrella. Además, es muy posible que sufra un anclaje por marea, igual que la Luna con la Tierra, de modo que en una cara del planeta siempre sea de día y en otra siempre de noche. Las consecuencias de esto se las puede imaginar el lector; quizá la única zona habitable fuera la eterna franja crepuscular del planeta.


 Concepción artística de un amanecer en la superficie de Proxima Centauri b. Pueden apreciarse los tres soles, Proxima Centauri el más grande y alrededor del cual rota el planeta cada 11 días, y la pareja de Alpha Centauri A y B mucho más lejanos y por lo tanto menos brillantes, aunque en la práctica son más o menos del tamaño de nuestro Sol. Desconocemos que nos espera realmente en semejante mundo. Fuente.


 Muy bien, pongamos que quisiéramos viajar a Proxima Centauri b para ver si nos merece la pena aquirir un terreno y construirnos una casa allí. 

 La sonda espacial más rápida que hemos lanzado hasta ahora, la Voyager 1, viaja a una velocidad de 61.200 kilómetros por hora. Hace tiempo que dejó atrás al planeta más exterior y en 2012 fue el primer objeto construido por el ser humano en adentrarse en el espacio interestelar, entrando en la zona de choque entre el campo magnético del Sol y los feroces vientos de radiación que soplan entre las estrellas. Pues bien, suponiendo que la Voyager 1 fuera dirigida a Proxima Centauri b, tardaría en llegar unos 72.000 años, año arriba año abajo. 



  La sonda Voyager 1 durante su paso sobre los anillos de Saturno, uno de los momentos más épicos de su viaje. Fuente.



 Queda claro que tenemos que fabricar naves más rápidas, pero... ¿cómo? A fin de cuentas la Voyager 1 contó con la brutal asistencia gravitacional que le proporcionaron los planetas gigantes Júpiter y Saturno. Por si el lector se pregunta qué es eso de la asistencia gravitacional, se trata de una técnica que emplean los ingenieros espaciales para acelerar naves sin gastar combustible, haciéndolas caer hacia el pozo gravitacional de un planeta desde detrás en relación a su movimiento de traslación y robándole parte de su energía para ganarla como aceleración, lo cual también se conoce como efecto honda (un planeta es tan grande respecto a nada de lo que podamos construir, que ni nota la pérdida). De algún modo, es como si consiguiéramos que el planeta tirara de la nave. Si se hace al revés, es decir, si se cae en el pozo gravitacional por delante del movimiento de traslación del planeta, la nave espacial podría decelerar también sin gastar combustible, en este caso cediéndole parte de su energía al planeta. En las siguientes imágenes animadas se ilustra perfectamente esta técnica:

 El sistema de coordenadas (abajo a la derecha) muestra la velocidad de la nave (la pequeña pelota azul), la línea recta roja más delgada muestra la velocidad constante de la nave si no se utilizara la asistencia gravitacional o "efecto honda". Como se aprecia, se logra una aceleración muy interesante. Fuente.

 Si quisiera frenarse en lugar de acelerarse, la nave debería de pasar delante del planeta. Fuente.




 Si bien la asistencia gravitatoria es sin duda útil y sobre todo barata, no nos basta. Si queremos que nos resulte factible viajar a las estrellas necesitamos algo más potente. Antes de entrar en la ciencia ficción, veamos que es lo que podríamos hacer con la tecnología de la que actualmente disponemos.

 En la segunda mitad del siglo pasado, se puso sobre la mesa lo que vino a llamarse "Proyecto Orión". Se trataba de probar un modo un tanto radical de acelerar a una nave interestelar: la propulsión nuclear de pulso. Tras este nombre tan elegante se esconde en realidad un concepto un tanto burdo: impulsar a una nave espacial por medio de explosiones nucleares. Del mismo modo que uno propulsa una canoa a base de golpes de remo, la nave se aceleraría gracias a la detonación de sucesivas bombas nucleares (sí, muy sutil). En concreto la deflagración se produciría en una placa impulsora, que como su nombre indica canalizaría el impulso de la bola de fuego nuclear y a la vez contaría con una serie de potentes blindajes a fin de intentar garantizar su durabilidad. Colindantes con la placa impulsora, habría una serie de componentes encargados de absorver el impacto de la explosión y minimizar los daños estructurales en el resto de la nave. Podría canalizarse la violencia de los impulsos mediante el tamaño de las bombas, para lo cual habría que alcanzar un óptimo entre la violencia de la explosión, la frecuencia de cada una y el impulso conseguido. Lo que sí que está claro es que la tripulación humana, de haberla, se vería sometida a unas aceleraciones terribles de hasta 100 G, es decir, cien veces la gravedad que soportamos sobre la superficie de la Tierra. Habría por lo tanto que diseñar mecanismos que les ayudaran a soportar tan brutal aceleración, o eso o sustituirles por insensibles robots.


 Esquema de una nave básica del Proyecto Orión. De izquierda a derecha tenemos la placa de impulso, los mecanismos de absorción del impacto, el depósito de combustible (en la práctica un arsenal nuclear), y finalmente la sección de carga, donde se alojarían los tripulantes junto con el resto del material necesario para el largo viaje. Fuente.

 
 Detalles de la placa impulsora. El pequeño tuvo de la parte de abajo canalizaría el impulso del fuego nuclear hacia afuera, propulsando la nave, mientras que alrededor se colocarían deflectores y escudos para proteger toda la estructura y arriba, justo debajo de la zona de carga, una serie de complejos tubos se encargarían de absorver lo peor del impacto para que la nave no resultase dañada. Fuente.

 Por razones obvias, la nave debería de construirse en el espacio, empezando su andadura lo más lejos posible de la Tierra para que no nos afectase toda la estela de residuos radioactivos que iría dejando detrás.  

 Una nave avanzada del Proyecto Orión podría alcanzar Proxima Centauri b en unos 133 años, un tiempo que ya nos empieza a resultar más razonable, aunque todavía muy largo. Conocemos la tecnología necesaria para montarla, aunque sería cara, del orden de varias decenas o incluso cientos de millones de euros dependiendo del tamaño de la nave, y plantearía una serie de retos formidables a los ingenieros, tanto en el montaje como en la selección de materiales a usar. 

Una nave del Proyecto Orión acelerando cerca de un planeta gigante. Podría combinar la asistencia gravitacional con su propia propulsión nuclear de pulso. Fuente.


 El Proyecto Orión no salió adelante no solo por sus elevados costes y lo complejo de su diseño, sino principalmente por lo polémico que resulta detonar armas nucleares en el espacio exterior, lo cual de hecho ha sido prohibido por la legislación internacional.  

 La otra propuesta de nave interesetelar teniendo en cuenta la tecnología actual, sería una nave impulsada por velas solares. 

 Igual que las velas de los barcos aprovechan el viento para impulsarlos, una nave espacial con una vela solar aprovecharía los fotones emitidos por el Sol. Si el propio Sol no fuera suficiente, podríamos ayudar a la vela solar por medio de potentes láseres instalados en la Tierra (algo así como si sopláramos en las velas de un barco para impulsarlo). De momento la única misión que ha empleado esta tecnología ha sido la IKAROS, una sonda japonesa lanzada en 2010 que se impulsó hasta Venus valiéndose principalmente de una vela solar de 20 metros de extensión. 

Representación artística de IKAROS pasando cerca de Venus. Fuente.


 Una vela solar plantea ventajas obvias, como es el hecho de ahorrarse el peso de cargar el motor junto con su combustible. Si decidiéramos emplear un láser además del Sol, podríamos decir que nos estaríamos dejando el motor en tierra (para más información véase este enlace). Cuanto más lejos quisiéramos ir, más grande debería de ser la vela, la cual se aceleraría gracias a su estrella y / o planeta de origen, y luego deceleraría asistida por la estrella de destino y / o sus propios sistemas auxiliares (o no deceleraría). 

 Según algunas estimaciones un poco locas, una vela solar del tamaño suficiente (¿cientos de metros? ¿kilómetros?) y ayudada por poderosos lásers instalados en la Tierra, podría llevarnos a Proxima Centauri b en unos 40 años de tiempo de viaje, moviéndose la nave a un 21% de la velocidad de la luz (oséase, unos 63.000 km/s), e incluso nos abriría la puerta a destinos más distantes (más adelante veremos las peliagudas consecuencias de viajar tan rápido). Personalmente me parece que es una estimación muy optimista para este tipo de tecnología, pero... ¿quién sabe?

 Una vez más el despliegue de ingeniería y la inversión necesaria son enormes, pero si se pone empeño suficiente podría conseguirse, y a fin de cuentas estamos ante un método mucho más elegante que impusarse mediante salvajes detonaciones nucleares.

Nave propulsada por una vela solar empujada desde un láser terrestre. Fuente.


 Le recomiendo al lector una muy interesante novela de ciencia ficción en la cual, entre otras muchas cosas, se hace uso de este sistema de propulsión: la Paja en el Ojo de Dios.

 Hasta aquí lo que podemos hacer con la tecnología y recursos actuales. De aquí en adelante, nos permitiremos soñar.

 Actualmente, en el sur de Francia, se está desarrollando un proyecto denominado ITER, que pretende dominar la fusión nuclear. Hasta ahora lo único que sabemos hacer con los átomos para obtener energía es fisionarlos, es decir, romperlos en pedazos. Eso es lo que hacemos en nuestros polémicos y peligrosos reactores nucleares de fisión. No obstante, si en vez de eso conseguimos fusionar átomos, podríamos obtener muchísima más energía, y encima sin molestos residuos radioactivos. Esto es lo que lleva haciendo nuestro Sol desde que empezó a brillar, fusionar átomos de hidrógeno obteniendo helio junto con la energía que calienta a nuestro planeta en el proceso. Lo mismo se ha conseguido en la Tierra por medio de explosiones termonucleares así como durante muy poco tiempo y de modo muy costoso en los reactores experimentales de fusión nuclear existentes hoy en día. La novedad de ITER será la de intentar generar mediante la fusión nuclear más energía que la invertida para iniciarla. Si eso se consigue, podremos decirle adiós a los combustibles fósiles y a la fisión nuclear para siempre. Y no solo eso, un motor de fusión nuclear sería la elección perfecta para impulsar a una nave interestelar; increíblemente poderoso, no genera residuos peligrosos, su combustible sería el hidrógeno que es un elemento relativamente fácil de obtener por ejemplo a partir del agua.

 En base a esta idea a finales de los años setenta nació el Proyecto Daedalus, de la mano de la British Interplanetary Society. El objetivo era alcanzar la Estrella de Barnard, que dista 5,9 años luz de nosotros y que hoy sospechamos que podría tener planetas girando a su alrededor. Y la clave era conseguirlo en el lapso de una vida humana.

 A fin de lograrlo, se pensó en diseñar una nave interestelar movida por un motor de fusión nuclear de pulso, alimentado por cartuchos de deuterio  y helio - 3 que se fusionarían en sucesivas ráfagas, utilizándose para ello láseres de alta energía o chorros de electrones para encenderlos, algo así como una traca de pequeñas explosiones termonucleares que de algún modo nos recuerda al Proyecto Orion. Dado que ningún material podría aguantar las terribles temperaturas de varios millones de grados generadas  por la fusión nuclear (similares a las del interior de una estrella), se requeriría de un potente campo magnético que funcionase de tobera y dirigiese la furia de la explosión en el sentido opuesto a la nave, impulsando a esta gracias a la Tercera Ley de Newton o Principio de Acción - Reacción (que dice así: con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria, lo cual quiere decir que las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto; gracias a ello podemos lanzar cohetes al espacio, impulsar naves con explosiones nucleares o tirar al suelo de un empujón a alguien que nos esté molestando, entre otras muchas cosas).

 Daedalus  se construiría en órbita terrestre y contaría con una masa inicial de alrededor de 54.000 toneladas métricas (cerca de 20 veces el peso del Saturno V, el cohete que envío al ser humano a la Luna). Este peso incluiría 50.000 toneladas de combustible, así como 500 toneladas de instrumentos científicos. Debido al extremo rango de temperaturas a soportar, es probable que la estructura se fabricase a base de berilio, un elemento extremadamente resistente.
 

 La nave se dividiría en dos etapas. La primera operaría durante unos dos años, permitiendo alcanzar un 7,1% de la velocidad de la luz. La segunda etapa, más pequeña y por lo tanto más fácil de acelerar, funcionaría a lo largo de 1,8 años y permitiría alcanzar un 12% de la velocidad de la luz, lo cual es una salvajada, en concreto 36.000 kilómetros por segundo (a esta velocidad podrías viajar de Madrid a Nueva York en aproximadamente una décima de segundo). 

 
 Visión artística del desacople de la segunda fase de la Daedalus en medio del espacio interestelar. Fuente.


 Durante los 46 años siguientes la nave se mantedría a la velocidad alcanzada, en la denominada fase de crucero. 

 Daedalus cuenta con un escudo en su parte frontal, para protegerse de todo aquello que se cruce en su camino. Cuando viajas en coche, un mosquito chocando contra tu parabrisas no supone un gran problema (excepto si eres el mosquito). Pero si tú o el mosquito os moviérais a un 12% de la velocidad de la luz, la energía cinética liberada en el impacto sería brutalmente destructiva. También se pensó en incluir robots encargados de reparar los daños causados por micrometeoritos o dañinas partículas de alta energía.

Plano de la Daedalus. De izquierda a derecha puede verse la tobera, la cámara de reacción junto a los mecanismo de ignición de las balas de combustible, los enormes tanques de almacenaje de dicho combustible (los grandes correspondientes a la primera fase y los pequeños a la segunda), y finalmente la plataforma donde irían almacenados todos los instrumentos científicos del viaje así como la tripulación, ya fuera robótica y/o humana, protegidos por un escudo frontal para tratar de minimizar el daño de los impactos de todo aquello que se encontrasen por el camino. Fuente.


 Llegados a este punto, hay dos importantes problemas a tener en cuenta. 

 El primero de ellos, es que sería dificil para los hipotéticos pasajeros humanos sobrevivir a las terribles aceleraciones sufridas en la primera fase de viaje (más allá del peso adicional del soporte vital necesario para ellos). Por eso en el Proyecto Daedalus original la tripulación se componía de sondas robóticas, que ni sufren ni padecen. 

 El segundo es que no quedaría combustible para frenar. Estamos acostumbrados a que en la Tierra los objetos en movimiento se frenen solos debido al rozamiento del aire, del agua, del terreno, de una pared de ladrillos, etc. Pero en el espacio no hay nada que te pare, un movimiento una vez iniciado continúa por siempre. Así que los supuestos pasajeros, ya fueran robóticos o desquiciados humanos suicidas, deberían de desplegarse por libre gracias a sus propios sistemas de propulsión rumbo al planeta de la Estrella de Barnard que quisiesen investigar (si es que hay alguno), retransmitiendo la información a la nave, la cual a su vez la enviaría a la Tierra. Tras esto, su misión habría concluido, y sucumbirían perdiéndose para siempre en los confines del cosmos, un final no muy alegre.

 Sacrificando la aceleración inicial y alargando considerablemente el tiempo de viaje, una variante avanzada de Daedalus debería de ser capaz de contar con el combustible necesario para decelerar (concretamente el doble) y llegar pacíficamente a su destino. Los hipotéticos humanos que fueran a bordo, o bien hibernarían durante las décadas o incluso los siglos necesarios, o bien se trataría de una nave multigeneracional. Claro que nacer en semejantes condiciones solo para servir de relevo generacional no tiene que sentarle muy bien a nadie (respecto de este punto, recomiendo la siguiente novela de ciencia ficción: Non Stop).

 Daedalus es imposible de construir con la tecnología actual, pero de aquí a cincuenta años bien podría ser una opción viable.

 
La Daedalus en su primera fase de aceleración. Fuente.


 Y para terminar, hablemos de ciencia ficción pura y dura, de proyectos que ahora mismo nos parecen fruto del delirio pero que quién sabe, tal vez dentro de cientos o miles de años sean realizables.

  En los años sesenta del siglo pasado, el físico y soñador Robert W. Bussard diseñó un prototipo de nave interestelar que terminó llevando su nombre: Bussard Ramjet. Se trataría nada más y nada menos que de fabricar un colector tan increíblemente enorme que permitiera a la nave recoger el hidrógeno esparcido por el espacio interestelar, utilizándolo como combustible a fin de impulsarse mediante reacciones de fusión nuclear de modo similar a como veíamos en el Proyecto Daedalus. 

 Lo que sucede es que en el espacio interestelar solo contamos con unos pocos átomos de hidrógeno por metro cúbico, con lo cual el colector debería de medir decenas... de miles de... kilómetros. Sí, quizá el presupuesto de algo así se nos fuera un poco de las manos.  

 Para evitar de que el hidrógeno recolectado se apelotonase y frenase a sí mismo, efecto bautizado como "paracaídas Bussard", unas rejillas láser deberían de ionizarlo, para que después un campo magnético lo canalizase hasta el motor. Este sistema de red láser más campo magnético reduciría el coste y el tamaño del colector, aunque seguiríamos hablando de una estructura de kilómetros de extensión. En el motor, el hidrógeno sería fusionado y el helio resultante sería lanzado en dirección opuesta a la nave casi a la velocidad de la luz (recuerden el principio de acción-reacción). 

 Planos preliminares del proyecto Bussard Ramjet, no están a escala. De derecha a izquierda, los cables de la red de campo magnético (no mostrada al extenderse a lo largo de varios kilómetros), la cabeza del colector, el precompresor, el distribuidor de potencia, la antena de comunicaciones, la larga zona habitable con forma de cápsula, el compresor, los mecanismos de ignición y finalmente el escudo para canalizar la fusión nuclear (que debería de ayudarse de campos magnéticos para resistir el calor del fuego nuclear).  Fuente.
 


 Una nave así no solo no tendría que cargar con combustible, sino que contaría con un suministro virtualmente infinito del mismo, tanto como encontrase en el espacio interestelar. Al igual que las ballenas azules cuando se alimentan de kril en el océano, el Bussard Ramjet sería más o menos eficaz según la riqueza en hidrógeno interestelar de las zonas de la galaxia por las cuales viajase, lo cual podría afectar a las rutas que trazase, del mismo modo que nuestros aviones no siempre siguen el camino más corto, sino que con frecuencia definen su plan de vuelo tomando en cuenta las corrientes de aire, las tormentas, etc. Fuese como fuese, se ha calculado que el Bussard Ramjet podría alcanzar sin problemas un 20% de la velocidad de la luz. Valiéndonos de la teoría de la relatividad general, según la cual el tiempo transcurre más despacio para un viajero que acelera a velocidades próximas a las de la luz a la vez que las distancias a recorrer se acortan para él, se podría circunavegar buena parte del universo conocido en el lapso de una vida humana. Eso sí, no habría hogar al que regresar, puesto que la misma teoría de la relatividad haría que en la Tierra el tiempo hubiera transcurrido muchísimo más deprisa, pasando miles e incluso millones de años, con lo cual quizá ni siquiera encontrásemos un planeta al que volver. Así lo establece la inflexible teoría de la relatividad especial, que nos explica el canal QuantumFracture en este increíble vídeo.

 Siguiendo con la nave Bussard Ramjet, presenta otra gran ventaja, y es que podría intervir el proceso de recolección de hidrógeno del campo magnético y convertirlo en un mecanismo de frenado, como veíamos con el efecto del paracaídas Bussard. 

 Si el lector tiene conocimientos matemáticos, puede averiguar más sobre la física detrás del Bussard Ramjet pinchando en este enlace.


Una nave Bussard Ramjet en pleno vuelo interestelar, según el artista Adrian Mann (sin referencias encontradas...). Una tecnología que tal vez tengan nuestros lejanos descendientes, si la humanidad consigue sobrevivir a sí misma. Fuente.


 Y terminemos este extraño capítulo haciendo un poco de trampa. 

 Diversas obras de ciencia ficción, en especial Star Trek, popularizaron los motores de curvatura espacio-temporal, también llamados "Motores Warp". La idea es distorsionar el espacio-tiempo a tu alrededor, logrando crear una especie de burbuja de curvatura que te impulsase a través del mismo. Las distorsiones generadas serían de expansión detrás de la burbuja (alejándola del origen) y de contracción delante de la burbuja (acercándola al destino). La burbuja de curvatura se situaría en una de las distorsiones del espacio-tiempo, sobre la cual una nave espacial podría cabalgar de manera análoga a como los surfistas lo hacen sobre una ola de mar.

 Una nave con Motor Warp se movería dentro de una burbuja, expandiendo el espacio-tiempo detrás y contrayéndolo delante. Fuente.
 
  Con una curvatura suficiente incluso podríamos "colarnos entre las piernas" de la teoría de la relatividad especial y rebasar la velocidad de la luz, aunque según algunos autores la energía necesaria para ello sería superior a la disponible en todo el universo conocido, con lo cual no sería algo muy practicable que digamos. Además, movernos más rápido que la luz en un universo con una estructura espacio-temporal como la del nuestro nos llevaría a paradojas tan peliagudas como viajar atrás en el tiempo... Si el lector desea enfrentarse a los desafíos que impone para la mente humana la teoría de la relatividad (especial y general) del señor Albert Einstein, puede pinchar en este enlace y acceder a un maravilloso y entretenido video de ciencia éxpres cortesía también del canal QuantumFracture.

 Lo desconcertante es que una nave impulsada por un Motor Warp realmente no se movería, sino que permanecería estacionaria mientras que sería el propio espacio-tiempo el que se moviera a su alrededor, con lo cual la tripulación no se vería afectada por grandes aceleraciones o desaceleraciones ni existiría un transcurrir del tiempo diferente, es decir, no sufriría el efecto de la dilatación temporal propio de la relatividad especial (como en el caso del Daedalus o el Bussard Ramjet), al no estar desplazándose a velocidades próximas a las de la luz.

 Por el momento, las leyes físicas conocidas no parecen impedir el desarrollo de naves con Motores Warp, aunque la energía y tecnologías propias para curvar el espacio-tiempo es algo que de momento se escapa a nuestra imaginación. El lector puede informarse sobre las investigaciones actualmente en curso sobre estas cuestiones pinchando en este enlace al blog Astrobitácora

 Un caso aún más extremo, por si el lector no hubiera tenido ya suficiente, sería el de directamente buscar un atajo en el propio espacio-tiempo, o bien mediante un agujero de gusano que lo atraviese como si fuera una especie de túnel de metro (algo que se ha mostrado en muchas películas), o bien colándose en dimensiones superiores para buscar una ruta más corta o incluso instantánea, lo que se conoce en ciencia ficción como salto hiperespacial.

  Muy en teoría se podrían usar mini agujeros negros para crear agujeros de gusano, aunque parece que no sería posible mantener el túnel estable al intentar pasar a través de él, al menos no con nuestros conocimientos actuales acerca de cómo funcionan las leyes físicas de nuestro universo.

 
 Representación esquemática de un agujero de gusano. En teoría cualquier objeto que intentase pasar por la garganta del agujero lo desestabilizaría y lo haría colapsar. Fuente.

 
Nave viajando a través de un agujero de gusano, en el caso de que estuvieramos equivocados y fuera posible. Fuente.

 
  En fin, hemos llegado lejos con nuestra imaginación, desde impulsar naves a base de detonaciones nucleares a directamente jugársela al mismísimo espacio tiempo. ¿Que le deparará el futuro a la humanidad? 

 Sea cual sea el camino que escojamos, las estrellas están a nuestro alcance, solo hay que ser osados e ir a por ellas.