lunes, 24 de septiembre de 2018

Capítulo 9: La no caída del Imperio Romano.



Capítulo 9

 La no caída del Imperio Romano

- Primera Parte -



 A los seres humanos nos encanta clasificar y simplificar. Inevitablemente tratamos de crear etiquetas, establecer líneas divisorias, y en general tratar de ordenar la vida en particular y el universo en general como si fuese el escritorio de nuestra casa. La historia no es una excepción. Estoy seguro de que tu profesor@ de historia te martirizó / martiriza con un sin fin de fechas, nombres de reyes, denominaciones de épocas, y un agotador etc. Todo ello como si nuestro pasado fuera algo tan pulcro y sistemático como un catálogo del supermercado, cosa que evidentemente no es. La historia de la humanidad no es discreta, no se compone de bloques o eslavones definidos, en lugar de ello es continua, líquida y dinámica. Trazar líneas o asignar etiquetas solo es una ficción conveniente, más no representa la confusa realidad.

 En este sentido, siempre nos han contado que el Imperio Romano cayó en el año 476 d. C. (después de Cristo). De pequeño me imaginaba aquello como una gran conmoción, al estilo de la más palomitera y catasfrofista película de Hollywood. Bárbaros saqueándolo todo, la administración derrumbándose, edificios públicos ardiendo, caos en las calles... y todo ello marcando el comienzo de mil años de oscuro medievo antes de que la civilización lograse reestablecerse en Europa. 



La caída del Imperio Romano tal y como la representó el pintor Thomas Cole en el siglo XIX. Fuente: https://webhistoriae.com/la-caida-del-imperio-romano/

 Nada más lejos de la realidad; el Imperio Romano no cayó aquel año, ni se desató ningún caos, de hecho para el campesino Lucio que por entonces trabajaba cansadamente su tierra, no hubo grandes cambios que le llamasen especialmente la atención. Si el lector quiere asomarse a lo que realmente sucedió, y también a lo que ocurrió después, no tiene más que seguir leyendo. 

 Corría el año 509 a. C. (antes de Cristo) cuando los habitantes de una pequeña ciudad del centro de Italia llamada Roma, decidieron echar a patadas a su tiránico rey, Tarquinio el Sobervio, e instaurar una nueva forma de gobierno en la que todos los ciudadanos (en verdad solo varones y solo aristócratas o adinerados) se repartieran el poder. Llamaron a su nuevo gobierno "cosa pública", en latín "res publica", aunque nosotros lo conocemos como república. Dos cónsules elegidos anualmente comandarían los ejércitos además de gobernar y proponer leyes, mientras el Senado ratificaba dichas leyes, aconsejaba a los cónsules y dirigía las finanzas junto con la política exterior, a la vez que toda una serie de magistraturas electivas se repartirían el resto de tareas. Varias asambleas populares se encargarían de elegir a los altos cargos, proponer también leyes al Senado o ratificar ciertas decisiones.

 
Senātus Populusque Rōmānus, El Senado y el Pueblo de Roma, emblema de la República Romana. Fuente.


 La joven República Romana nació amenazada de muerte por un buen número de poderosos y mortales enemigos, entre ellos el viejo y vengativo rey, vendido a las ciudades etruscas del norte. De alguna manera, se trataba de una diminuta ciudad sola contra el mundo. La historia de cómo la República Romana sobrevivió y prosperó es muy extensa y queda reservada para otro capítulo, pero le adelanto al lector que fueron cruciales la organización, la astucia, el valor y sobre todo la cabezonería de los romanos. Podemos contemplar aquella circunstancia como un filtro, de no haber sido los romanos como fueron, de ninguna manera habrían podido salir adelante frente a la adversidad.

 Viajemos ahora cuatrocientos años en el futuro. En el siglo I a. C., la República Romana dominaba ya todas las tierras limítrofes con el mediterráneo, es decir, el norte de África, Hispania, Grecia, Asia menor, la Galia (la moderna Francia) y algunos otros territorios. 

La República Romana a la muerte de Julio Cesar en el 44 a. C. By english wikipedia, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2031501


 Nadie podía resistirse al arrollador avance de las legiones, cuyas ordenadas filas de soldados, pertrechados con el mejor armamento de la época, funcionaban como una maquinaria perfectamente engrasada (podría escribir muchísimo más sobre ello, pero por falta de espacio también queda guardado para otro futuro capítulo). Las tierras extranjeras, una vez conquistadas, poco a poco iban permeándose de la avanzada cultura romana, mientras se beneficiaban de la construcción de infraestructuras como acueductos o alcantarillados, de las nuevas carreteras que fomentaban el comercio, de un sistema de leyes más justo y racional, etc (todo a cambio de unos módicos impuestos). 



Funcionamiento de un acueducto romano. Fuente.




Construcción de una calzada romana, que en conjunto formaron una red que consiguió mantener unido al gran Imperio. Fuente.


 Sin embargo, la por entonces ya vieja República se estaba desintegrando por dentro. Luchas de poder entre senadores, magistrados que abusaban de su poder, revueltas sociales, corrupción... inevitablemente, tras una serie de desastrosas guerras civiles, finalmente alguien fuerte tomó el poder y puso en vereda a la descarriada República. El lector tal vez piense en Julio César, quién se nombró a sí mismo dictador vitalicio (el concepto de rey seguía siendo tabú para los romanos), sin embargo el verdadero artífice de lo que más tarde llamaríamos Imperio Romano fue su sobrino e hijo adoptivo, Cayo Julio César Octaviano, a quién la historia recuerda por el nombre que posteriormente se dió a sí mismo: Octavio Augusto. 

 Tras vencer en la archifamosa guerra que le enfrentó a Marco Antonio y Cleopatra, Octavio hizo que el Senado le otorgase el título de "Primer Ciudadano", "Princeps" en latín (de donde viene nuestra palabra príncipe). Sin embargo, a nosotros nos gusta pensar en él como el primer emperador. 

 Como siempre, no hubo ningún cambio radical que el ciudadano medio de la época pudiese apreciar. La República continuó, pero solo como una ficción, en la práctica el Princeps tomaba todas las decisiones, los cónsules y demás magistrados eran sus meros ejectores y el Senado quedó relegado a un órgano meramente consultivo, algo que solo fue evidente para los interesados en política de aquel tiempo, y para los propios implicados, claro. Para el campesino que segaba el trigo todo seguía igual, o en realidad mejor, ya que por el momento se habían terminado las guerras civiles.

 Esta etapa de lo que ya podemos empezar a llamar el Imperio Romano, se conoce por motivos obvios como el "Principado", aunque algunos autores también lo denominan "Alto Imperio". Durante un par de siglos se sucedieron en el poder varios Princeps, que por conveniencia vamos a empezar a llamar emperadores. Como vemos en el siguiente mapa, el Imperio se expandió considerablemente, cosechando cuantiosos botines de guerra de las regiones conquistadas, mientras que las legiones romanas se fortificaron en las fronteras con el fin de defenderlas de los belicosos pueblos celtas y germanos por el norte, y del Nuevo Imperio Persa por el este.



Imperio Romano en año 125 d. C., bajo el gobierno de Adriano, emperador nacido en Hispania. De Andrein - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6654593

  Con el emperador Trajano, el imperio derrotó a los persas y engulló también la zona de Mesopotámia (el actual Irak) alcanzando su máxima extensión. Era verderamente gigantesco, incluso aplicando un punto de vista moderno. De este a oeste abarcaba desde la ya mencionada y exótica Mesopotamia, hasta la muy romanizada Hispania. De norte a sur, iba desde la lejana y neblinosa Britania, al caluroso Egipto. También por obra del infatigable Trajano, el imperio se había tragado una buena parte de Centroeuropa, en concreto un área antes conocida como "Dacia" que más o menos coincide con la actual Rumanía. No estaba mal para la que había empezado siendo una diminuta aldea en el centro de Italia.

 
Máxima extensión del Imperio Romano bajo el emperador Trajano, en el 117 d. C. De Andrei nacu de Wikipedia en inglés. Spanish version Nachosan - Transferido desde en.wikipedia a Commons., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=26446452

Estatua de Trajano, el emperador que guerreó hasta llevar al Imperio Romano a su máxima extensión. Nacido en Hispania, Trajano logró derrotar y conquistar Dacia, en la actual Rumanía, y también robarle Mesopotamia al Nuevo Imperio Persa de la dinastía Sasánida, llegando incluso a incendiar su capital. Fuente.



 De nuevo, delego en otro capítulo la tarea de hablar de la interesante historia del Principado o Alto Imperio con más detalle.

 Hasta aquí, he ofrecido al lector un poco de contexto, para que no vea aparecer sin más al Imperio Romano en un mapa, y sepa cómo surgió y evolucionó.

 A partir de este punto nos metemos en faena, pues nos han contado que semejante leviatan estaba destinado a caer. Veamos qué empezó a ir mal y qué sucedió a raíz de ello.

 Lo primero en fallar fue la economía. Hasta el momento, la actividad económica se había sustentado principalmente en la expansión territorial de la Repúplica / el Imperio gracias a la poderosa maquinaria de guerra romana. Cada territorio conquistado aportaba una fuerte suma de dinero y recursos, fruto del saqueo primero, y de los pesados impuestos después. Entre los recursos, no solo estaban las materias primas, en especial metales, sino también los seres humanos. Los prisioneros enemigos eran esclavizados en masa y vendidos en Roma. Gracias a ello, la agricultura romana de los tiempos de la República y el Alto imperio se basaba en una mano de obra casi exclusivamente esclava. En poco tiempo, las pequeñas granjas de campesinos independientes empezaron a ser sustituías por inmensos latifundios trabajados por miles de esclavos, que estaban en las manos de la élite económica del momento.

 Además, Roma se acostumbró a emplear los cuantiosos botines de guerra en financiar sus caras y majestuosas obras públicas, así como en alimentar y entretener a la plebe a cambio de su apatía y sumisión (la famosa política de pan y circo). 




Anfiteatro Flavio, conocido por nosotros como el Coliseo. Máximo exponente de la política romana de pan y circo, que mantenía convenientemente amansadas a las masas. Se estima que podía albergar a unas 65.000 personas. Fuente.

 
 Después del mandato de Trajano, todo esto se detuvo, pues el Imperio ya no podía expandirse más, con lo cual a partir de ese momento se inició el lento pero imparable camino hacia la recesión económica, al perderse el ingreso de riquezas fruto de los botines de guerra. Los esclavos se volvieron cada vez más caros de adquirir (por no hablar de que había que vestirlos, alojarlos y alimentarlos durante todo el año), con lo cual los grandes terratenientes dejaron de invertir en ellos para no perder dinero. Como consecuencia muchos terrenos empezaron a quedarse sin cultivar, todo ello mientras el populacho seguía hacinándose en las abarrotadas ciudades, comiendo gracias a las subvenciones estatales y entretenidos con luchas de gladiadores y carreras de cuádrigas, también pagadas por el estado. Y no nos olvidemos de las caras infraestructuras, que había que mantener en pie y desquilibraban también la balanza económica.

 Esto, que ya era malo, se agravó cuando tras el último emperador fuerte, Marco Aurelio, su sucesor, Cómodo, a quién los lectores recordarán de la película "Gladiator", demostró no solo ser un incompetente sino también un megalómano, lo cual condujo a su asesinato sin que hubiese llegado a designar a ningún sucesor. 

 
 Emperador Cómodo, representado así en la película Gladiator de un modo no especialmente fiel, ya que en la época estaban muy de moda las barbas entre la aristocracia, después de que Adriano las pusiera de moda. Fuente.


 Inevitablemente, el vacío de poder provocó una reacción en cadena de guerras civiles que enfrentaron a las dos facciones de poder del imperio, senadores y equites. La clase senatorial se nutría de los miembros de la aristocracia de más rancio abolengo, mientras que los equites eran plebeyos adinerados, quienes al cabo del tiempo habían llegado a amasar un gran poder y envidiaban a los senadores de noble cuna. Unos y otros colocaron sobre el tablero a sus respectivos emperadores títeres, haciéndolos luchar y asesinándolos a conveniencia. 

 Mientras el Imperio se desgarraba en una sucesión aparentemente interminable de emperadores, usurpadores y guerras entre ellos, en el este el poderoso y renovado Imperio Persa, recuperado tras las derrotas que le infligiera Trajano, atacaba a las guarniciones romanas obligando a dar por perdida Mesopotamia, mientras que desde el norte de Europa las bárbaras tribus germánicas caían sobre la frontera, cruzándola y saqueando ciudades a placer. Para empeorar las cosas, una epidemia de peste originada en Asia se contagió de ciudad en ciudad a lo largo del imperio, diezmando a la población. A todo este ciclo de catástrofes, se lo conoce como la crisis del siglo III.

  La Galia y Britania se independizaron, creando su propio imperio. Lo mismo ocurrió en el este, donde la ciudad de Palmira, en el moderno oeste de Siria, se hacía con el control de buena parte de oriente.



El Imperio Romano en el año 271 d. C., en lo más crudo de la crisis del siglo III. Como vemos, la Galia y Britania han creado su propio imperio, y lo mismo ha hecho la ciudad de Palmira en el este. De Carte empire Romain 271.svg: Oulienne (discusión · contribuciones)derivative work: Rowanwindwhistler (discusión) - Carte empire Romain 271.svg, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=43988935


 El comercio disminuyó en gran medida, bandas de forajidos saqueaban las indefensas ciudades del interior mientras el ejército, en lugar de proteger a la población, seguía más interesado en luchar contra si mismo en un constante pulso para nombrar emperadores títeres afines a cada una de las facciones. A lo largo y ancho del imperio, todo se derrumbaba.

 Cuando todo parecía perdido, un nuevo emperador fuerte se hizo con el poder y consiguió no soltarlo hasta haber arreglado la situación, o al menos haber colocado el suficiente número de parches para que toda la estructura imperial no se viniese abajo... por un tiempo. Y no solo eso, también logró derrotar al Imperio Galo primero y al de Palmira después, recuperando los territorios perdidos. Hablamos de Diocleciano, cuyas reformas pusieron fin al periodo del Principado o Alto Imperio, dando lugar a una nueva era, que por motivos que ya veremos fue llamada "Dominado", aunque también se la conoce como "Bajo Imperio". 

 Los profundos cambios que experimentó el Imperio Romano bajo Diocleciano y sus sucesores, que afrontaron la adversidad y garantizaron su supervivencia, los veremos ya en el siguiente capítulo a fin de no saturar al amable lector.

Continuará...